Quisiera ver
el mundo avanzar,
En
perspectiva, no de manera unilateral
(como
todos)
Sino
como el jugador en el banquillo.
Quisiera un
golpe tan fuerte que me haga despertar.
Un
salto y suspiro que me permita recordar
(y
apreciar)
Lo efímero del
aliento, y lo perenne de nuestra vida mortal.
No es una
nota suicida,
Es una
confesión en vida que me incita y grita,
Que si bien
no soy el Karenin, bien podría recostarme sobre las vías
(como la joven Karenina)
Y apaciguar
así este tortuoso estigma.
Y ser así el
Marco Antonio de mi Cleopatra,
El Cuervo
sobre la ventana,
El
Polinices, la eutanasia escrita, y un Leonora;
Un nuevo
Requiem, y otro cura con sotana.
Quince tazas
de café...
21 Disparos.
El "¡Doblad campanas!".
El
reencuentro familiar.
Un "Ya
no llores, que se fue".
Mi propio De
Profundis.
El memento
mori.
"La trivialidad en la manera de pensar y de
actuar no deja de tener cierto atractivo: este es el eje de una filosofía muy
ingeniosa, expresada por mi en sendas paradojas y obras de teatro; pero
frecuentemente, me fastidiaban la apatía y necedad de nuestra existencia."
De Profundis; Oscar Wilde.
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