jueves, 29 de junio de 2017

Forestal p1






No sabría recitar versos dignos.
Doy vuelta a las páginas, releo los grandes libros.
Estudio a los héroes, confío en la prosa.

Repaso la historia; interpreto, de los filósofos, sus dichos,
Me invierto, me derramo y analizo.
Pero de nada ha valido. Me pierdo en los recuerdos finos:

Espontáneos encuentros, milimetrados, meticulosamente trazados.
Vistas suficientes para admirarte, 
Pero increíblemente ínfimos como para lograr retratarte.

Soltura en la risa, sencillez en el habla, natural en la mirada.
Autosuficiente, interdependiente.
Realmente no encuentro adjetivos suficientes, por más y más que haga mente..


Te veo en colores: rojo forestal.
Ora tu cabello, ora tus mofletes,
Que se sonrojan tras la risa con tu fuego natural.

Millones de pecas que modelan a las estrellas.
Ora los encuentros, ora tus espuelas,
Marcas de la guerra en donde dejas huella.

Huellas a la manera de cenizas.
Semejantes a la breve risa,
Tras un recuerdo de aquel saludo que fue llevado, entre los árboles..

...Por la suave brisa...


lunes, 26 de junio de 2017

Oda al Desvergonzado






No sabría impresionarte por más que me esforzase.
Podría imitar al gran Eloy, plasmar las metafóricas analogías del Gato Verde,
Representarme como un Hijo del Infinito, sentarme y recitarle.

Tal vez podría hacer una Oración del Sábado,
Acostarme en el suelo y retratarte al borde del tejado;
Imitar a Poe, recrear a Twain, o simplemente recitar una Oda al Desvergonzado.

Al desvergonzado grito de euforia al enterarte que sería un niño.
Al desvergonzado gesto de gozo y festejo en el recinto clínico.
Nadie podría culparte, juzgarte o mal ponerte: 
Era este tu gozo cumplido.

Al paso de los años entendí con claridad que, si bien yo no te hice padre,
Mucho te esforzaste en hacerme hombre.
En los desacuerdos, en los gestos, en el amor, en el consejo: 
En cada lucha que afrontaste.



Apreciador de las ciencias, que las abrazas, que las amas;
Les conoces, y no descansas si no las entrañas.
Poeta, literato; esgrimista de las páginas.

Vendedor desvergonzado,
Que encuentras el más alto placer en brindar el consejo adecuado,
Siempre el justo y necesario.



"¡Los buenos somos mayoría!"
Grita tu alma, desgarrada en tu causa;
En aquella inamovible guerra ya ganada:

Cual prosa, cual oda.


Valiente y sin vergüenza,
Como pocos, como ninguno.
Ejemplo digno de hombre (y padre) en esta Venezuela.

Sentado al borde de tu río piedra,
Al resguardo de tus luchas.
Admirador del pasado, y sin embargo:
Visionario, cofre de las mejores letras.

Pequeños pies siguen tus pasos:
La hermosa Doncella, el Valiente y Letrado,
El Poeta, y los (ya no tan pequeños) Grandes Genios.




Diriges este barco. Desde lo cerca, desde lo lejos.
Escribes tu mejor historia, en tu diario, con tu ejemplo.



Eres de nosotros 
El mejor de los desvergonzados.


sábado, 17 de junio de 2017

Marienna Lizt


Caminaba entre las demarcadas líneas del antiguo muelle.

Sonreía. Descansaba. 

En silencio, y con presteza, se deleitaba. 


El mar era su sueño, el horizonte su frontera. 


Su ondeando cabello evocaba la felicidad. 

Su solo nombre era una oda a la virtud, un himno a la alegría:

Marienna Lizt. 


Marcaba un predecente de paz.

Y solamente era, era feliz. 


Era real. 

Era arte. 

Era natural. 

Eso era, si. 


Invoca a mi infancia en una mirada. 

Señalada por los astros como la indicada

Para aquellas aguas, en aquel día, en aquel área. 


Y, una con la brisa, fue llevada a lo desconocido. 

Caminó. Solo caminó. 

Entre la arena, las estrellas y su cielo. Caminó. 


Seguí las pisadas, busqué entre la arena aquella infantil mirada. 

Y hallé océanos, y recuerdos.

Hallé olas, y memorias. 


Hallé perlas, hallé. 

Pero Marienna, ondulando por su natural ser, 

Destellando danzó hacia el vaivén. 


Una con el paisaje, 

Lizt abrazó sus sueños, encontró sus fronteras,

Halló su horizonte... 


Y fue feliz. 

Entendida, y libre. 

Así fue Marienna Lizt. 


En las demarcadas líneas me senté, y reí. 

Pude verle, sonrojada, dichosa, y sonreí. 

Eso inspiraba, eso era:


Era Marienna, 

En la brisa, en la arena. 

En los muelles, sus líneas, y en las mareas. 


Siempre tan feliz, 

Simplemente así. 

Así era mi queridísima Lizt. 

miércoles, 7 de junio de 2017

Chica Ardilla

Sobrevuelas mientras te observo: de copa en copa.
Intrépida, y estrépita. Singular, y con soltura.
Inédita; con piruetas que te desplazan entre las lunas.

Chica ardilla, indomable. 
Dócil, pero inalcanzable.
Con resuelta sonrisa te has hecho a mis ojos admirable.

Intranquila, siempre libre.
Carta abierta, pero simplemente inentendible.
Indeleble huella de tu rastro, que a los prados siempre vuelve.

Inflas tus cachetes cual soplo de sifón tras cada sonrisa.
Entrecierras tus ojos; impactas mi mirada.
 Y como cosa natural, vuelves a correr, a danzar, como si nada.

Chica ardilla, resuelta niña.
Sabes quien eres, reconoces quién fuiste,
Y desconoces a dónde vas.

Pero vives el hoy, de copa en copa.
Entre las ramas, donde te observo;
Mientras yo considero: junto a ti, remontarme al vuelo.



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