"Silencio.
Eso eramos en el principio.
La dulce nada fluyendo en quietud,
aproximandonos a la entropía
de tus labios sobre los míos.
Y el caos originario de este amor
que hoy vuelve a estar en silencio".
Supiste estremecerme.
En medio de la calma de tu dulce abrazo, guardabas bajo tu vestido dagas de toda clase de filo, para guiarme bajo amenazas de sueños y caos hacia esa marea de tus labios. Y me supiste preso cuando rompimos el silencio imperturbable con alaridos y gestos de amor.
Tiritaba en tus manos. El frío, la terraza, el miedo, el deseo: caos. Era la formula perfecta para crear nueva materia. Para inventar nuevas leyendas de amor, y poetas, y musas, y esas cosas en que no creía hasta no haberte conocido, y encontrarme en ti todas esas letras que sin sentido formaba el universo que escondíamos entre cartas y miradas. Entre tu cielo personal, y este admirador de tus formas.
Y bastó la colisión de simples átomos para formar la nueva vida que hoy camina entre líneas y prosas: únicos vestigios del amor que presenció aquella tarde decembrina.
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