Caminaba entre las demarcadas líneas del antiguo muelle.
Sonreía. Descansaba.
En silencio, y con presteza, se deleitaba.
El mar era su sueño, el horizonte su frontera.
Su ondeando cabello evocaba la felicidad.
Su solo nombre era una oda a la virtud, un himno a la alegría:
Marienna Lizt.
Marcaba un predecente de paz.
Y solamente era, era feliz.
Era real.
Era arte.
Era natural.
Eso era, si.
Invoca a mi infancia en una mirada.
Señalada por los astros como la indicada
Para aquellas aguas, en aquel día, en aquel área.
Y, una con la brisa, fue llevada a lo desconocido.
Caminó. Solo caminó.
Entre la arena, las estrellas y su cielo. Caminó.
Seguí las pisadas, busqué entre la arena aquella infantil mirada.
Y hallé océanos, y recuerdos.
Hallé olas, y memorias.
Hallé perlas, hallé.
Pero Marienna, ondulando por su natural ser,
Destellando danzó hacia el vaivén.
Una con el paisaje,
Lizt abrazó sus sueños, encontró sus fronteras,
Halló su horizonte...
Y fue feliz.
Entendida, y libre.
Así fue Marienna Lizt.
En las demarcadas líneas me senté, y reí.
Pude verle, sonrojada, dichosa, y sonreí.
Eso inspiraba, eso era:
Era Marienna,
En la brisa, en la arena.
En los muelles, sus líneas, y en las mareas.
Siempre tan feliz,
Simplemente así.
Así era mi queridísima Lizt.
Hay frases de un verso que simplemente te sumergen a continuar leyendo y esperas a que nunca acabe el poema
ResponderEliminar"Caminó. Solo caminó.
Entre la arena, las estrellas y su cielo. Caminó.
Seguí las pisadas, busqué entre la arena aquella infantil mirada"
Felicitaciones José!! Espero poder seguir leyendo escritos que sean capaces de envolverme en el desarrollo del pasaje..!!!!!